Bolívar marchaba a la retaguardia con los soldados para proteger a los civiles. Los emigrantes que partieron de Caracas tomaron el camino que lleva a Barcelona por la vía de Guarenas, Guatire, la montaña de Capaya. Ese camino se bifurcaba al salir de La Pica: un sendero iba a salir a Río Chico y de allí seguía por la orilla del mar, en dirección a Píritu, tocando en Boca de Uchire; comúnmente era llamado «el camino de la costa»; el otro, denominado «el camino de afuera», se dirigía por Cúpira a Sabana de Uchire, prosiguiendo de allí a Clarines por Guanape.
Al igual que ocurrió con el ataque a la Casa Fuerte de Barcelona (Ver artículo en este mismo blog), esta emigración marca el origen de muchas de las familias que se asentaron en los pueblos de Sabana de Uchire, Guanape, Valle de Guanape y Guaribe, ya que algunos decidieron no continuar con la marcha y se quedaron en estos pueblos junto con sus familias, a mediados de 1.814. De estos hay dos personajes que he podido identificar y de los cuales descienden varios de los miembros de este Árbol genealógico, incluyéndome. Estos personajes eran:
- Don José Olayo Marrero Pacheco, caraqueño, hacendado de la región de Barlovento, casado con Doña Juanita Arbeláez del Toro., descendiente de los Arbeláez fundadores de Zaraza y que luego están también entre los fundadores de Sabana de Uchire e igualmente sobrina del Marquez del Toro. De aquí descienden los Marrero Armas de Valle de Guanape. Esta rama de descendencia no la tengo muy completa en el Árbol de la familia, sin embargo continuo buscando información, sólo tengo el dato de que Rafael Marrero Armas desciende de aquí.
- Don Juan Manuel Domínguez, que llega a Sabana de Uchire el mismo año de 1.814, viene con su esposa Fernanda Arroyo y sus esclavos. De aquí descienden los Domínguez Armas de Guanape, que luego se emparentan con los Rojas, Espinoza Etc, recomiendo ver su descendencia en el Árbol de la familias, haciendo clic en el nombre, en donde he podido engranar una gran cantidad de descendiente, entre los que me incluyo.
Los hechos de esta emigración se desencadenan de la siguiente manera:
El general Simón Bolívar creyó que podía enfrentar la conflictiva situación dentro del recinto mismo de la capital, donde inició los aprestos para una resistencia más o menos larga; con este fin solicitó la opinión de las Juntas de Arbitrios y de Guerra, creadas el 17 y el 23 del propio junio, respectivamente, organismos cuyas bases las formaban personas con experiencia, pero que, por sesionar públicamente, se ampliaban de manera tumultuaria con la presencia espontánea de los llamados «padres de familia», es decir de los vecinos más influyentes o políticamente más motivados de Caracas; éstos, por lo regular, imponían su parecer en todas las decisiones.
Dada la preponderancia ineludible de dichos advenedizos, se le dio vida legal a una Junta de Padres de Familia el 4 de julio, cuando ya prácticamente, ellos habían absorbido las 2 corporaciones antes mencionadas y ejercían de hecho el gobierno civil de la ciudad desde el 28 de junio, por lo menos.
Las 2 primeras versiones escritas que se conocen respecto a la desbandada de Caracas en 1814, se deben a José Domingo Díaz y al arzobispo Narciso Coll y Prat, y ambos coinciden en presentarla como obra típica de la crueldad que ellos atribuyen a Bolívar, quien obligó a marchar, según aseguran, a una muchedumbre para que desamparada mueriese de hambre o en las garras de las fieras.
No mencionan nombres de ninguna víctima, pero tales escenas menudeaban. Existe la relación de ese éxodo hecha por uno de sus participantes: el oficial republicano José Trinidad Morán, con aporte de mucha información digna de crédito y, sobre todo, sin el apasionamiento que se advierte en las versiones de Díaz y Coll y Prat, interesados en señalar a Bolívar como autor de una acción que no promovió.
El gobierno civil de la ciudad fue asumido a plenitud el día 28 de junio, como quedó dicho, por la Junta de Padres de Familia, cuyas recomendaciones fueron más de una vez acatadas por el propio jefe militar. Esa Junta se empeñó, a última hora, en esperar al enemigo dentro de las defensas construidas, enarbolando la consigna de: «...nadie se va, aquí moriremos todos...» Con ese fin, se dispuso el refuerzo de las tropas con esclavos previamente liberados.
El Libertador, quien en ningún momento dejó de ejercer la conducción de la guerra, había enviado desde el 25 de junio al general José Félix Ribas para enfrentarse a los realistas que avanzaban hacia Caracas por los valles de Aragua al mando del español Ramón González, uno de los lugartenientes de José Tomás Boves; Ribas logró detener momentáneamente las avanzadas de González en el sitio de Las Cocuizas. El 29 de junio, Bolívar despachó buques desde La Guaira para traer de vuelta a ese puerto a las tropas que sitiaban la plaza de Puerto Cabello, las cuales llegaron a La Guaira hacia el 2 o 3 de julio y subieron de inmediato a Caracas.
El día 5 se supo que además de las procedentes de los valles de Aragua, otras fuerzas realistas de Boves se acercaban a la capital por los valles del Tuy. El día 6 la vanguardia republicana fue derrotada en el sitio de La Majada a 12 km de Caracas y las avanzadas realistas llegaron a Antímano, a donde se dirigió Bolívar a fin de tratar de batirlos, pero fue rechazado. Esa misma noche, la platería de los templos caraqueños, que estaba en poder de las autoridades republicanas, fue enviada a La Guaira en cajones para ser embarcada hacia el oriente y empezó la emigración en masa.
En la mañana del 7 de julio, salió el grueso de la emigración, calculada en unas 20.000 personas; Bolívar y las tropas que le quedaban, unos 1.200 hombres iban a la retaguardia protegiendo la marcha de los civiles. Esa misma tarde, los primeros destacamentos realistas penetraron en Caracas, «¿proclamando degüello general contra los blancos?», según testimonio del arzobispo Coll y Prat. Boves, quien se hallaba entonces sitiando a Valencia, no llegó a Caracas hasta el 16 de julio. Los emigrantes que partieron de Caracas tomaron el camino que lleva a Barcelona por la montaña de Capaya. Ese camino se bifurcaba al salir de La Pica: un sendero iba a salir a Río Chico y de allí seguía por la orilla del mar, en dirección a Píritu, tocando en Boca de Uchire; comúnmente era llamado «el camino de la costa»; el otro, denominado «el camino de afuera», se dirigía por Cúpira a Sabana de Uchire, prosiguiendo de allí a Clarines por Guanape.
Es seguro que el Libertador anduvo al principio por el camino de la costa, pero barcos enemigos le hacían bastante daño, dice en su Relación el coronel Felipe Esteves. Se ignora qué día llegó Bolívar a Barcelona; debió ser hacia el 27 de julio.
En cuanto a personas de familias distinguidas, no acostumbradas a trabajos duros, que caminaron a pie y desde luego, con muy pocos bastimentos pero con los suficientes para no morirse de hambre, de esas sólo tenemos los nombres de Belén Aristeguieta y el de la familia Urbaneja, quienes llegaron caminando hasta Río Chico, de donde continuaron embarcados hasta Cumaná.
María Antonia Bolívar sí fue obligada por su propio hermano a marchar a La Guaira y a embarcarse hacia Curazao. Detrás del Libertador, es indudable, se fue el pueblo de Caracas, pero hacia las Antillas emigraron sobre todo los más comprometidos políticamente; otros renunciaron pronto a la marcha y se ocultaron en sitios próximos, de donde no tardaron en regresar a ponerse bajo la protección del arzobispo Coll y Prat.
El temor del vecindario no era injustificado, pues en la tarde del 7 de julio, cuando los realistas Fernando Ascanio (conde de la Granja) y Juan José Marcano salieron de Caracas al encuentro de las avanzadas de las fuerzas de Boves que mandaban los zambos Machado y Hurtado con el objeto de felicitarlas, fueron asesinados.
La parte de historia esta tomada de:
Diccionario de Historia de Venezuela. Tomo II, pp. 209-210
El general Simón Bolívar creyó que podía enfrentar la conflictiva situación dentro del recinto mismo de la capital, donde inició los aprestos para una resistencia más o menos larga; con este fin solicitó la opinión de las Juntas de Arbitrios y de Guerra, creadas el 17 y el 23 del propio junio, respectivamente, organismos cuyas bases las formaban personas con experiencia, pero que, por sesionar públicamente, se ampliaban de manera tumultuaria con la presencia espontánea de los llamados «padres de familia», es decir de los vecinos más influyentes o políticamente más motivados de Caracas; éstos, por lo regular, imponían su parecer en todas las decisiones.
Dada la preponderancia ineludible de dichos advenedizos, se le dio vida legal a una Junta de Padres de Familia el 4 de julio, cuando ya prácticamente, ellos habían absorbido las 2 corporaciones antes mencionadas y ejercían de hecho el gobierno civil de la ciudad desde el 28 de junio, por lo menos.
Las 2 primeras versiones escritas que se conocen respecto a la desbandada de Caracas en 1814, se deben a José Domingo Díaz y al arzobispo Narciso Coll y Prat, y ambos coinciden en presentarla como obra típica de la crueldad que ellos atribuyen a Bolívar, quien obligó a marchar, según aseguran, a una muchedumbre para que desamparada mueriese de hambre o en las garras de las fieras.
No mencionan nombres de ninguna víctima, pero tales escenas menudeaban. Existe la relación de ese éxodo hecha por uno de sus participantes: el oficial republicano José Trinidad Morán, con aporte de mucha información digna de crédito y, sobre todo, sin el apasionamiento que se advierte en las versiones de Díaz y Coll y Prat, interesados en señalar a Bolívar como autor de una acción que no promovió.
El gobierno civil de la ciudad fue asumido a plenitud el día 28 de junio, como quedó dicho, por la Junta de Padres de Familia, cuyas recomendaciones fueron más de una vez acatadas por el propio jefe militar. Esa Junta se empeñó, a última hora, en esperar al enemigo dentro de las defensas construidas, enarbolando la consigna de: «...nadie se va, aquí moriremos todos...» Con ese fin, se dispuso el refuerzo de las tropas con esclavos previamente liberados.
El Libertador, quien en ningún momento dejó de ejercer la conducción de la guerra, había enviado desde el 25 de junio al general José Félix Ribas para enfrentarse a los realistas que avanzaban hacia Caracas por los valles de Aragua al mando del español Ramón González, uno de los lugartenientes de José Tomás Boves; Ribas logró detener momentáneamente las avanzadas de González en el sitio de Las Cocuizas. El 29 de junio, Bolívar despachó buques desde La Guaira para traer de vuelta a ese puerto a las tropas que sitiaban la plaza de Puerto Cabello, las cuales llegaron a La Guaira hacia el 2 o 3 de julio y subieron de inmediato a Caracas.
El día 5 se supo que además de las procedentes de los valles de Aragua, otras fuerzas realistas de Boves se acercaban a la capital por los valles del Tuy. El día 6 la vanguardia republicana fue derrotada en el sitio de La Majada a 12 km de Caracas y las avanzadas realistas llegaron a Antímano, a donde se dirigió Bolívar a fin de tratar de batirlos, pero fue rechazado. Esa misma noche, la platería de los templos caraqueños, que estaba en poder de las autoridades republicanas, fue enviada a La Guaira en cajones para ser embarcada hacia el oriente y empezó la emigración en masa.
En la mañana del 7 de julio, salió el grueso de la emigración, calculada en unas 20.000 personas; Bolívar y las tropas que le quedaban, unos 1.200 hombres iban a la retaguardia protegiendo la marcha de los civiles. Esa misma tarde, los primeros destacamentos realistas penetraron en Caracas, «¿proclamando degüello general contra los blancos?», según testimonio del arzobispo Coll y Prat. Boves, quien se hallaba entonces sitiando a Valencia, no llegó a Caracas hasta el 16 de julio. Los emigrantes que partieron de Caracas tomaron el camino que lleva a Barcelona por la montaña de Capaya. Ese camino se bifurcaba al salir de La Pica: un sendero iba a salir a Río Chico y de allí seguía por la orilla del mar, en dirección a Píritu, tocando en Boca de Uchire; comúnmente era llamado «el camino de la costa»; el otro, denominado «el camino de afuera», se dirigía por Cúpira a Sabana de Uchire, prosiguiendo de allí a Clarines por Guanape.
Es seguro que el Libertador anduvo al principio por el camino de la costa, pero barcos enemigos le hacían bastante daño, dice en su Relación el coronel Felipe Esteves. Se ignora qué día llegó Bolívar a Barcelona; debió ser hacia el 27 de julio.
En cuanto a personas de familias distinguidas, no acostumbradas a trabajos duros, que caminaron a pie y desde luego, con muy pocos bastimentos pero con los suficientes para no morirse de hambre, de esas sólo tenemos los nombres de Belén Aristeguieta y el de la familia Urbaneja, quienes llegaron caminando hasta Río Chico, de donde continuaron embarcados hasta Cumaná.
María Antonia Bolívar sí fue obligada por su propio hermano a marchar a La Guaira y a embarcarse hacia Curazao. Detrás del Libertador, es indudable, se fue el pueblo de Caracas, pero hacia las Antillas emigraron sobre todo los más comprometidos políticamente; otros renunciaron pronto a la marcha y se ocultaron en sitios próximos, de donde no tardaron en regresar a ponerse bajo la protección del arzobispo Coll y Prat.
El temor del vecindario no era injustificado, pues en la tarde del 7 de julio, cuando los realistas Fernando Ascanio (conde de la Granja) y Juan José Marcano salieron de Caracas al encuentro de las avanzadas de las fuerzas de Boves que mandaban los zambos Machado y Hurtado con el objeto de felicitarlas, fueron asesinados.
La parte de historia esta tomada de:
Diccionario de Historia de Venezuela. Tomo II, pp. 209-210
Agradeceria cualquier informacion respecto a la emigracion de familias Zarazeñas y de Santa Maria de Ipire hacia los Llanos del Sur De Monagas a principios del siglo XX; en particula de apellido Rodriguez
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