Autor: Antonio José Pérez Luna
Nació el primero de mayo de 1906, en Guanape, estado
Anzoátegui bajo la administración política del General Cipriano Castro, famoso
caudillo que encabezó en 1899 la llamada “revolución restauradora”, que marcó
el ascenso de los andinos al poder.
Bajo la protección divina de Dios, Rafael Tobías ÁlvarezArmas, recientemente ha cumplido la hermosa edad de 84 años.
Nació en Guanape, pintoresca población de Anzoátegui, que
conjuntamente con las localidades de: Carvajal, Clarines y Sabana de Uchire,
conforman el actual municipio autónomo
Bruzual, cuya posición
geo-estratégica, dentro de la geografía regional del estado, hace de
esta zona una de las regiones de mayores
perspectivas, dentro del desarrollo turístico nacional.
Hijo de Calixto Álvarez Aguilar y de María del Socorro ArmasDomínguez, de cuya unión matrimonial formaron una familia compuesta por 7
hijos: Rafael Tobías, Manuel Felipe, Calixto Vicente, María Auxiliadora,
Diógenes, Israel Elías y Aura Rafaela.
“Para aquella época la educación de los muchachos era
difícil, no había gados; aquellos fueron años muy duros y uno desde muy
temprano, tenía que meterse al campo junto a los padres a buscar los medios de
vida; por eso, nuestra educación se resumía sencillamente al aprendizaje de la
lectura y escritura, a estudiar algunas nociones de gramática y a sacar
cuentas, es decir, lo elemental de la aritmética: números, suma, resta,
multiplicación, división, regla de tres simple y compuesta; pero los maestros
eran exigentes, a mí me enseñó el bachiller Diego Sanzón Jiménez Salazar”.
Más tarde se coloca al frente de un taller artesano, donde se fabricaba alpargatas
propiedad de sus padres y aun cuando esto pareciera el temprano inicio a las
actividades, Tobías, desvía el rumbo de aquel oficio y se hace barbero,
profesión que marca su inicio en el
trabajo con mayor responsabilidad, y la cual va a desempeñar por muchos años.
Con apenas 14 años de edad, comienza actividad musical en
oportunidad de conocer a un famoso violinista colombiano nativo de Pamplona,
Rodolfo Mogollón Álvarez, quien dirigía una compañía de canto (zarzuelas,
óperas, operetas, etc.) y quien se encontraba en gira artística por Venezuela;
este personaje, determinante en la inclinación musical de Tobías Álvarez, llegó
a ser primer violinista concertino de Pamplona. Se establece en Guanape y funda
en esta localidad una escuela de música y acto seguido, Tobías se inscribe en
ella e inicia sus estudios, permaneciendo cinco años bajo la dirección del
maestro Mogollón, aquí se hace violinista y lleno de inquietudes por conocer a
fondo los secretos del violín y amante de la música difícil, son sus palabras,
Tobías se marcha a la ciudad de Maturín, donde continúa sus estudios; allá
permanece dos años, tenía para entonces 21 años de edad. Corría el año de 1927,
víspera del gran acontecimiento revolucionario que encabezaba la generación del
28, aquella célebre revuelta popular contra la dictadura de Juan Vicente Gómez.
Concluidos sus estudios musicales, se dedica por espacio de
siete años a su profesión inicial de barbero en la capital de Monagas,
alternando este oficio con el de músico en un grupo musical llamado “Compañía
de los hermanos Reyes”, con la cual rompe relaciones posteriormente.
En 1932, se produce su primer arribo a El Tigre, cuando
contratado por Don Miguel Malavé, fundador de una especie de cabaret, el único
existente, viene para tocar en un baile; en esta ocasión se hace acompañar por
un grupo musical residente en Ciudad Bolívar, conformado por un bandolín, un
cuatro, un violín y un bombardín. Su estadía fue por pocos días, pero éstos
fueron suficientes como para conocer de
cerca a Guanipa en plena desnudez y a El Tigre en el proceso embrionario de su
formación, al respecto dice:
“Un gran campamento de lona se levantaba, allí donde se
produjo el reventón, y en él, todo un enredo de equipos y materiales; otro
campamento similar, se levantaba en el terreno que hoy ocupa el club de Leones.
Todo era en inglés, salvo las frases bonachonas del pueblo venezolano
representado en un reducido número de margariteños trabajadores de la compañía,
no había mucho que ver, salvo la extensa sabana de Guanipa y el desfile de los
grupos indígenas que regresaban casi siempre
con el atardecer, después de recorrer toda la ribera del río y los
bosques cercanos. Muy pocas chozas y alguna construcción sin planificación”.
Regresa nuevamente a Maturín y en esta ciudad permanece hasta
1934, cuando se traslada a Caracas, regresando nuevamente y fijando residencia
en Ciudad Bolívar; en ambas ciudades pule con esmero sus conocimientos sobre el
manejo del violín.
En 1940, se establece definitivamente en El Tigre,
dedicándose a sus oficios habituales de barbero y músico; en esta ciudad
contrae matrimonio con Haydée Concepción Zamora, unión de la que nacieron diez hijos; Miguel, Aura, Argelia, Luis
Rafael, Sonia, Rafael Tobías, Jacobo de Jesús, Ada, Arturo, Violeta de Jesús y
Arsenio, de ellos, tres son profesionales, un abogado, un técnico superior y un
médico.
“Me considero fundador de El Tigre, porque a pesar de haber
venido, primero en 1932 y haberme ido, para regresar nuevamente en 1940; de
todas maneras son 50 años de permanencia en esta ciudad que yo he visto crecer.
Porque le he dado 50 años de mi vida, mi música es también parte del acervo
cultural e histórico de esta región”.
Hacedor de cultura popular , sólo con su esfuerzo y su
violín, pocas veces ha recibido ayuda alguna, con miras a desarrollar cualquier
proyecto, no obstante numerosos han sido los jóvenes que han recibido de Don
Tobías Álvarez, la orientación pedagógica del aprendizaje musical, y hoy ocupan
a nivel nacional, lugar de renombre en las actividades musicales, uno de estos
valores de la nueva generación es la joven Liliana Mazarri, que después de
concluir sus estudios superiores en la escuela de música Juan Manuel
Olivares en la ciudad de Caracas,
viajará muy pronto a Londres a continuar estudios de música y canto; otros
alumnos, hoy se ubican en diferentes profesiones, pero que siempre tendrán en
las notas sonoras de un violín, de un cuatro, de una guitarra o un bandolín la
enseñanza y el recuerdo de Tobías Álvarez.
Numerosas son las composiciones que constituyen el patrimonio
musical de Tobías: Los Mereyes (pasodoble), Mercedes (pasodoble), Inspiración
(vals), El Bolivariano (vals), Aleida (merengue) y El Collar (merengue). Su
dilatada trayectoria, se proyecta a otras entidades federales, donde su música
amenizó bailes de gala en salones de altura; Boconó, Barinas, Altagracia de
Orituco, Ciudad Bolívar, Tumeremo, Barcelona, Clarines, Cumaná, Caracas, Valle
de La Pascua, Tucupido; para nombrar algunas de las ciudades que se han
deleitado con el arte sublime, la inspiración y la emoción de este auténtico valor anzoatiguense, que al
hablar de su vida expresa:
“Yo soy un amante natural de la música, ella es parte
integral de mi personalidad, de mi formación y de mi educación, a ella he
dedicado una Parte muy importante de mi vida, ella me mantiene, porque me llena
de satisfacción espiritual… ella es el mejor mensaje de paz para las personas
(…) ¡claro! ¡la buena música!”.
Sentado con el fino estilo del ciudadano de comienzos de
siglo, sobre la acogedora poltrona, y saboreando un aromático café, fija su
mirada sobre el tiempo y en soledad de su memoria, cual máquina repetidora,
abre el paréntesis de la reflexión:
“Ahora a muy pocos interesa
esta cuestión, ahora la música no se entiende, es otra”.
Vuelve a guardar silencio, que interrumpe en breves pausas,
cuando silba o tararea algún valse que le atropella la memoria, es como un
esfuerzo por recordar pero al final vuelve a enmudecer, fijos sus ojos en aquel
ayer de añoranzas.
“…En las ventanas grupos de mujeres reían y se agitaban locamente. Ardía la sangre en todas las venas, chispeaba el sol en el metal de los arneses; gritaba el color en todas partes, y entre el clamor de una embriaguez dionisíaca, gemía el joropo nativo o vibraba el pasodoble español”.
Era como si de pronto se ubicara en medio de aquella imagen
de la Venezuela de entonces, pintada en Reinaldo Solar, imágenes vividas en más de una oportunidad en aquellas
pintorescas fiestas patronales, donde las magias de las notas musicales de su
violín y la galante ejecución del arco, pulso a pulso las pisadas maestras
sobre las cuatro cuerdas templadas de quinta, protagonizaron hermosas noches de bohemia.
Por su trayectoria como músico de excelente gusto, que ha
dado a nuestro patrimonio artístico y cultural un invalorable aporte y por su
condición de ciudadano ejemplar, que a
lo largo de su vida siempre puso por delante, Don Tobías, exhibe orgulloso el
reconocimiento de todo un pueblo, que seguirá viendo en él un monumento a la
dignidad, a la constancia y a una enseñanza ejemplar; pureza, amor, afecto y
sensibilidad de un ilustre ciudadano que recoge con maestría Ernesto Luis
Rodríguez, en su poema ARRIERO
El Tigre, 10 de junio de 1990.