José Calasanz Mata Bellorín
Cuando me honré y alegre de conocerlo personalmente, me regaló una plumilla que conservo y exhibo orgullosamente en mi estudio jurídico de Sabana de Uchire, dibujada con su excepcional pasión artística que refleja una estampa de la playa y río de Machurucuto, visto por él en abril de 1.937, precisamente a pocos meses de haberse bañado allí el querido tío y pariente suyo, Jesús María Bellorín, de cuyo baño le devino una pulmonía fulminante y murió seguidamente en el vecino pueblo de Cúpira. Es justo reconocer el agradecimiento de mi familia por haber llevado a las queridas hermanas Delia Mercedes y Esther María a dibujantes de Cartografía Nacional.
Cabe señalar que Juan Bautista Domínguez Alfonzo distinguió y apreció muchísimo a mi madre Mercedes Bellorín y a su hermana Sofía Bellorín. En visita dispensada en la casita de Coche a su querida prima, la Chicha Bellorín (así, familiarmente, llamaba a mi madre), me contaba en medio de las inolvidables tertulias sabatinas sostenidas en compañía del otro gran uchirense Jesús Salvador (Chucho) Marichales, del apasionado y largo romance juvenil sostenido por su linda hermana Bertha con Chicho Mata. Juan Bautista Domínguez me hablaba también con frecuencia del afecto y distinción que le dispensó al ya nombrado Chucho Bellorín, fallecido como se dijo por las fatales circunstancias derivadas de su baño en la playa de Machurucuto, plasmada en su ya referida plumilla.
Domínguez Alfonzo había nacido en la mansión de tejas, diagonal a la casona de los Armas Álvarez, construida por su padre Jesús María Domínguez Armas. En esa mansión también vivió Don Manuel Marrero, padre de Rafael, Rosario y Rosaura Marrero Armas, nativos también del pueblo de Uchire y quienes después se fueron a vivir para siempre a Valle de Guanape, así mismo sus hermanas naturales, Bertha y María de los Remedios Marrero fijaron su residencia en dicho pueblo de Valle de Guanape. En medio de la admiración y el aprecio por su fama de gran dibujante y plumillista, el 20 de marzo de 2005 Juan Bautista Domínguez Alfonzo se despidió de este convulsionado mundo, en la ciudad de Caracas.
Teresa Piñana Vives.
Me costó mucho aceptara contestar algunas preguntas periodísticas: “No sirvo para eso”, dijo. ¡Claro, lo él es pintar, pintar, pintar¡ Sin embargo insistí y resignadamente tomó asiento, entrelazando sus manos con su poquitín de nerviosismo.
- ¿Cuándo comenzó la afición a dibujar?
- Desde que era muy niño. Nací en Sabana de Uchire, Estado Anzoátegui, y cuando comencé a tener uso de razón, no me perdía las revistas que tuvieran dibujos y grabados. Así, poco a poco, adquirí un modo de hacerlo de forma personal, un modo más mío.
Juan Bautista cree haber hablado ya demasiado. Insisto y así me entero de otras cosas. Por ejemplo: adolescente se viene a Caracas y actualmente trabaja en la Compañía de Teléfonos (es allí un funcionario sumamente querido por sus compañeros). La Capital y luego, gracias a viajes de tipo profesional, Margarita, Puerto cabello, Coro, Maracaibo, Mérida y otras ciudades le permiten entronizarse en la recia y sólida arquitectura colonial.
- Encontré en la plumilla la expresión justa para dialogar con esos rincones tan hermosos como escasos. Sin embargo, trabajo intensamente el óleo.
El arabiente colonial es pasión en Domínguez y lo busca en celosas correrías por ciudades y pueblitos del país. Cuando los encuentra, los plasma con su plumilla en maravillosa exactitud, cargada de tradición, sinceridad y vocación.
En óleos es todo un maestro. En plumilla, Juan Bautista Domínguez es único en el país. Domina el oficio a conciencia, sin llegar a eso que se llama “imagen fotográfica”. Eso está lejos de él y de su quehacer. En su labor hay el secreto de un gran artista: mística, expresión sensible, personalidad, precisión e independencia.
Presentación con motivo de una de sus exposiciones.
Hoy ofrecemos una muestra especialísima: la magnitud del pintor venezolano, Juan Domínguez Alfonzo.
Artista dedicado al dificilísimo arte que hiciera famoso el mago del Renacimiento Alberto Durero, “la plumilla”, expresión casi olvidada. Hoy día es difícil encontrar verdaderos artífices de la tinta china.
Domínguez está considerado entre los tres mejores pintores plumillistas, y por coincidencias, llamados Juan Francisco Domínguez, genio del dibujo taurino, “España”; Jean Dominic, creador de personajes, “Filipinas”; Juan Bautista Domínguez, gran paisajista, “Venezuela”; de manera que el trabajo hecho con honradez personal, con un sentido estético sumamente puro y la limpieza de su obra, le han catalogado internacionalmente, en primer plano. Las líneas ejecutadas con destreza y agilidad se entrecruzan y distorsionan, perfilándose los contornos y espacios llenos de luz logra movimientos en los árboles. Al dibujar casas, calles y plazas coloniales, estiliza el trazo, curva las líneas, puertas, ventanas y rejas pierden severidad y rectitud, dando la sensación que salieran de cuentos, leyendas, y épocas lejanas y no fueran pintadas del natural.
Con razón, se ha llamado a Juan Bautista “El Cantor de Hispano-América”, el ama la tradición, vive fiel al resurgimiento del ayer, a la edificación que hermanó tierras diferentes, que cambió la choza de paja y barro por casas de paredes y techos sólidos, creó caseríos y ciudades, que hoy a través de los cuadros de Domínguez se valorizan y, la similitud entre diversos países, demuestra en la historia de las Naciones, la nobleza de la raza que formó los pueblos Hispanos que fueron orgullo y baluarte de la Madre Patria, ahora ya libres, poderosos y fuertes, orgullo de América, más siempre con las raíces que con las traídas de allende los mares, se plantarán en esta tierra ubérrimas y fértiles, que dieran los grandes frutos de religión, credos y arte.
Ese misticismo con que labora Domínguez, le hace recorrer lugares y sitios históricos en búsqueda de rincones iguales, que el tiempo hará olvidar, pero quedarán como testigos en el trabajo sencillo y único que tiene el mérito de auténtico y veraz, por lo que su labor es reconocida en el Mundo, no solo como artista, sino como historiador gráfico, como poeta y como hombre.