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viernes, 20 de noviembre de 2009

La huella imborrable del Maestro José Ramón Camejo Sabino

La memoria de los tiempos de la educación en lo que hoy configura esa imagen de yunque, con la ancha base de las aguas del Orinoco, esto es, la representación geográfica del Estado Anzoátegui, nos acerca la presencia humana del maestro don José Ramón Camejo. Su única iconografía, un retrato de los finales de su vida, perpetúa los rasgos de un anciano: el pelo liso, blanco, el bigote entrecano que le cae sobre una boca pequeña y fina, los anteojos disimulando los estragos de la visión ya menguada. Su trance vital lo lleva desde El Chaparro, donde nace el 14 de abril de 1839, hasta Clarines, donde se apaga su luz en 1.919. Cada huella de su existencia es un colegio donde además de la instrucción se enseñan las ideas de una filosofía de la más inquebrantable moral. Instructor y ético en Ciudad Bolívar, Upata, Aragua de Barcelona, Trinidad, Zaraza, Maracay, La Victoria, Caracas, y, finalmente en Clarines.

Fue autor de varias obras didácticas y de muchísimos artículos de carácter científico y literario. En 1.882 publicó Instrucción Moral y Religiosa, un tratado de tanta vigencia en aquella época, como hoy; autor también de una Historia de Venezuela y de un Manual de Pedagogía, por cierto, el primero que se publicó en nuestro país, y, en colaboración con el Dr. Ramón Isidro Montes, fue autor de una Gramática. Don José Ramón Camejo creyó en la misma escuela de vocación artesana que ilumina la permanente angustia de don Simón Rodríguez y como este mesiánico trashumante jamás tuvo descanso ni recompensa.

Paralelamente al tiempo del maestro Camejo, la historia de la educación en Anzoátegui asume otros nombres perdurables: Domingo José Guzmán Bastardo, médico y Teniente de Ingenieros, fundador del Colegio San Juan Bautista en Aragua de Barcelona; el Bachiller Narciso Simón Fragachan, así como su padre el Bachiller Carlos M. Fragachan; el Bachiller Luís Arreaza Matute, Rafael Caballero Sarmiento. Estos forjan en Aragua de Barcelona el destino social de generaciones de venezolanos desde una cátedra que junto al programa de estudios configura hechos de conducta y de esa rectitud que es un poco la semblanza étnica de estos creadores de cultura.

Ningún tiempo de desprecio como el que padecen sus nombres, los puede borrar de los anales de educación en el Estado Anzoátegui.

Del Oriente Venezolano
Rafael Armas Alfonzo
Pag. 105

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